DOCENTES

PROPUESTA ACADÉMICA

Una de las metodologías habituales a las que ha recurrido durante los últimos años esta cátedra para entablar una relación de mutuo conocimiento con los alumnos consistió en acercarles un cuestionario que les permitiera presentarse en relación con su vida académica y analizar su posición ante el diseño gráfico. Entre otros puntos, se les pedía a los alumnos que explicaran la decisión de estudiar en la Universidad de Buenos Aires, la elección de la carrera de Diseño Gráfico y la opción por esta cátedra. También se les preguntaba acerca de sus expectativas respecto de la materia y sobre su desempeño dentro del marco institucional de la carrera. Si bien la totalidad de las respuestas acercaban información sustancial, en cada una de las devoluciones resultaban particularmente interesantes las reacciones de los alumnos cuando eran interrogados acerca de sus dificultades y temores frente al proceso de aprendizaje. La diversidad de preparaciones y personalidades de los alumnos disparaba respuestas disímiles, pero siempre era llamativa la marcada tendencia de los estudiantes a orientar sus respuestas hacia terrenos vinculados con la baja autoestima, la supuesta falta de capacidad y los conflictos con los procesos creativos. La “vergüenza”, la “timidez” o el “miedo al ridículo” conformaban un primer nivel de respuestas mayoritarias. Una segunda tendencia hacía referencia a los “prejuicios”, los “preconceptos” y al “ser estructurado”. Por último, el tercer nivel mayoritario de reacciones se relacionaba con la presunción de que su capacidad era insuficiente para alcanzar las metas que se habían propuesto como estudiantes. De este modo, surgían respuestas que mencionaban el “miedo a tomar decisiones”, el “ser conformista” o, lisa y llanamente, “no ser creativo”. Estas respuestas de los alumnos pueden ser tomadas desde distintos puntos de vista. Se las puede considerar como reflejos de sociopatías más amplias, como emergentes de las inseguridades habituales para la edad promedio con que los estudiantes ingresan a la carrera o como mecanismos de defensa frente a la amenaza que representa la exigencia académica. Todas estas miradas son válidas, pero esta cátedra elige tomar estas respuestas como demandas, como requerimientos que el alumnado realiza frente a la universidad. Al exponer sus supuestas debilidades, el alumno está peticionando que éstas sean desmentidas. Es este proceso de desarticular las restricciones ficticias que cargan los estudiantes al ingresar a esta cátedra lo que nos compromete. Es la intención de abrir (para ellos y para nosotros) un camino de develamiento, de interrogación y de búsqueda lo que nos motiva. De todos modos, este planteo no estaría completo si no atendemos a una segunda instancia de compromiso que pone en funcionamiento la propuesta de la cátedra. Si de un lado están los alumnos y sus demandas, en el otro hemisferio, por decirlo de algún modo, encontramos la dimensión institucional: la Universidad de Buenos Aires como centro privilegiado de circulación, creación y debate de discursos sociales. La Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo como estructura generadora y, al mismo tiempo, cuestionadora de saberes. La institución, su rol social, su prestigio y su función, también nos obliga en nuestra responsabilidad como docentes universitarios. Es esta tensión entre las demandas de los alumnos y las demandas de la universidad la que nos inspira en la búsqueda dinámica de una forma de enseñar diseño y la que contextualiza nuestra propuesta pedagógica.