Como disciplina, no opera de manera aislada, su condición de existencia es la articulación del lenguaje visual y del verbal. Si bien el Diseño trabaja a partir de recursos propios (la Tipografía o la Morfología, por citar algunos ejemplos) también apela –de manera sistemática– a la Ilustración, una disciplina de relación parental al Diseño pero con una fuerte identidad propia.
Comparte con el Diseño su carácter proyectual y como complemento, le aporta especificidad. Por un lado, en el ámbito técnico a través de su materialidad propia y diferente; por el otro, en el ámbito verbal a través de su evidente subjetividad. En la práctica profesional a menudo el Diseño y la Ilustración son parte de un mismo objeto de comunicación y muchas veces el límite entre una y otra disciplina es un espacio indefinido. Es por ello que, en la actualidad, se torna fundamental incluir en la formación de los diseñadores los conocimientos específicos que conlleva la Ilustración consolidada como un campo práctico en sí mismo.
La grilla de contenidos que actualmente presenta la Carrera de Diseño Gráfico cuenta con la materia Ilustración. Por ello, resulta necesario que el diseñador incluya a la Ilustración como una herramienta posible que le permita enfrentarse al texto verbal de manera amplificada.